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continua vigencia de estas arquitecturas ni la movilización general en defensa de su patrimonio edificado que está teniendo lugar en los últimos años.En estas circunstancias, nos encontramos ante una arquitectura de interés en proceso de rápida degradación: edificios industriales obsoletos y sometidos a la transformación urbanística, güetos en entorno social degradado, programas caducos, etc.Como consecuencia de las reflexiones anteriores, hace ya algún tiempo se reclama para estas arquitecturas periféricas un lugar en el patrimonio. Un lugar que situaba entre los densos registros institucionales que tienen como objetivo "proteger" la arquitectura en función de su valoración cultural. Afortunadamente hoy, 2002, el despertar de la conciencia patrimonial en la cultura contemporánea también ha afectado a la arquitectura de nuestro siglo y de nuestra región, como lo demuestra la integración de Andalucía en DOCOMOMO /Asociación para la Documentación y Conservación del Movimiento Moderno/ o la regulación legal de los bienes pertenecientes a la Cultura del Trabajo mediante la elaboración actual por parte del Instituto Español de Patrimonio Histórico de un Plan Nacional de Patrimonio Industrial y su correspondiente desarrollo en la Comunidad Autónomo de Andalucía por parte de la Consejería de Cultura.El proceso ha arrancado, es cierto, pero convive con consideraciones especiales que entienden esta! arquitectura periféricas como objeto de una tutela de segundo velocidad: la abundancia de obras, unida al empleo de nuevos sistemas estructurales de mayor estabilidad, hace que para algunos se trate de un patrimonio en apariencia indestructible.Frente a esta postura, debemos ser conscientes de su condición enormemente degradable por la pobreza de los materiales empleados y las características experimentales de primeros obras /aluminosis, hormigones porosos, oxidaciones, etc/, como riesgos inevitables en toda apuesta moderna. Tampoco faltan los puros detractores, incluso dentro del espectro de los profesionales de la arquitectura o el patrimonio, formalistas académicos que sólo encuentran en la arquitectura industrial un valor utilitario.

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