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Esta singular empresa dedicaba gran parte de su producción a la exportación a Estados Unidos, Israel y Gran Bretaña, siendo sus productos los tradicionales andaluces como sevillano, castoreño, montera de torero y sombrero de picador, aunque también fabricaban otros tipos de sombrero como el canario, vaquero americano, bombín inglés o sombrero judío. El proceso de fabricación es el que determina el programa constructivo. Así, nos encontramos los siguientes espacios productivos: Planta baja /patio de acceso, nave de tintes, nave de preparación de la fibra textil, nave de preparación primaria de cascos de sombreros y nave de afieltrado/, primera planta /oficinas, naves de moldes y planchado, dos naves de acabado, nave de empaquetado y almacén/. Fue realizada en muros de fábrica de ladrillo, cerchas metálicas para las cubiertas y forjados metálicos con bovedilla para los pisos. En la planta baja los pilares y columnas son de hierro fundido. La composición exterior es de suma sencillez y se realiza utilizando las posibilidades expresivas del ladrillo a base de grandes ventanas de dintel quebrado formando grupos de dos. La separación de pisos se acentúa mediante la utilización de una cornisa corrida que en la última planta se convierte en voladizo sobre la que se sitúa un pretil decorado con rectángulos. Hay que destacar la existencia de una cubierta plana en azotea, hecho no usual en la época. Con anterioridad a este edificio ya existían en Sevilla talleres dedicados a la confección de sombreros de fieltro. Esta fábrica, edificada en pleno corazón de Sevilla, supone un testigo de primitiva industria artesanal, semimecanizada a principios del S.XX. La Fábrica de Sombreros "Fernández y Roche" reviste un interés excepcional para la arqueología industrial.

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